11 de octubre

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En un encuentro en la Estación Embarcadero, Fein recibió al pedagogo italiano Tonucci

“No existe el desarrollo de una ciudad si los niños no son felices”, expresó la intendenta en la sede del proyecto Ciudad de los Niños, donde los más chicos dialogaron con el ilustre educador.

La intendenta Mónica Fein y el pedagogo italiano Francesco Tonucci mantuvieron el viernes 15 de agosto un encuentro en el que dialogaron sobre las actividades que se vienen desarrollando en el marco del proyecto La Ciudad de los Niños, iniciativa que lleva a cabo el municipio rosarino desde 1996 con el objetivo de incluir la mirada de los chicos como herramienta de transformación de la ciudad.

La reunión, que tuvo lugar en la sede que el proyecto posee en Vélez Sarsfield 164 (Estación Embarcadero), se realizó en el marco de la visita que Tonucci inició esta semana a la provincia de Santa Fe. Contó, además, con la activa presencia de decenas de niñas y niños que se acercaron para dialogar con el pedagogo, a los que se sumaron la ministra de Innovación y Cultura, María de los Ángeles “Chiqui” González, el secretario de Cultura y Educación municipal, Horacio Ríos, e integrantes de los consejos de Niños que forman parte de la propuesta.

En la oportunidad, la intendenta expresó que “las preguntas de los niños son hermosas porque nos hacen reflexionar, por eso hay que saberlos escuchar. En todos estos años, si algo nos enseñó Francesco Tonucci es a abrir las orejas a los interrogantes de los más chicos y a hacer políticas en el marco de una ciudad que tenga en cuenta lo que ellos piensan. Muchas de las acciones que llevamos adelante, junto a Chiqui González, Horacio Ríos y el gobierno provincial, surgen de esas escuchas”.

Asimismo, la titular del Ejecutivo local agregó: “Elegimos la Estación Embarcadero para este encuentro porque es un lugar que ha cambiado mucho y que implicaba un gran valor para el desarrollo inmobiliario. Sin embargo, aquí hemos decidido priorizar lo más valioso que tiene la ciudad: el espacio para los niños. Estamos convencidos de que no existe el desarrollo de una ciudad si los niños no son felices en ella”.

Por su parte, el pedagogo explicó que en Rosario “ocurrieron muchas cosas que han quedado en la historia del proyecto de La Ciudad de los Niños”, que en el 2016 cumple 25 años. “Aquí hemos vivido etapas fundamentales que han sido definidas y tienen nombres que los mismos chicos han propuesto ya que el proyecto se funda sobre la escucha”, expresó.

En este sentido, Tonucci recordó que “en esta ciudad vivimos el debate sobre la seguridad urbana. Hablando con los niños que sentían mucho este problema, reivindicaban la posibilidad de moverse y salir como quieren todos los chicos. Las primeras propuestas eran las de siempre, más policías, cámaras de seguridad, etc. Pero un niño, el más pequeño, dijo: 'Yo quiero que los adultos nos ayuden, pero de lejos'. Creo fuertemente que esta frase puede transformarse en una actitud política y en programas de gobierno. Los adultos deben ayudar a los niños de lejos, no de la mano, sino como ciudadanos, creando un ambiente seguro y cuidadoso de los mismos”.

“Los niños de todo el mundo reivindican la autonomía, la libertad y la necesidad del juego y de la aventura. Pero en las ciudades ocurre que los más chicos están viviendo experiencias muy duras vinculadas con la soledad y el encierro con consecuencias graves en su vida social, cognitiva y física. Los niños piden a las autoridades autonomía, pero los padres piden más control, vigilancia y seguridad. Nuestra idea es que las autoridades escuchen lo que los más chicos están diciendo”, concluyó el educador italiano.

El proyecto La Ciudad de los Niños, inspirado en las ideas de Tonucci, nace en Rosario con la creación de los consejos de niños por distrito y grupos de Niños Proyectistas para la planificación urbana.

La propuesta forma parte de la Red Latinoamericana del Proyecto La Ciudad de los Niños del Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de Santa Fe, una asociación latinoamericana gubernamental creada con el objetivo primordial y el desafío de asumir a los niños como parámetro de valoración y transformación de los espacios que habitan.