28 de noviembre

Emergencias

Prevención

Emergencias 103: guía práctica para evitar riesgos en casa y en el barrio

La prevención cotidiana puede impedir incidentes graves. Protección Civil trabaja para mitigar daños, pero una parte clave de esa tarea comienza mucho antes de que suene el teléfono

En Rosario, cada día cientos de llamados ingresan a la Central 103 por situaciones que ponen en riesgo a personas, viviendas y espacios públicos. Detrás de cada intervención, la Dirección de Gestión de Riesgos y Protección Civil trabaja para reducir daños y prevenir emergencias, pero una parte clave de esa tarea comienza mucho antes de que suene el teléfono. La prevención -y la acción ciudadana responsable- puede marcar la diferencia entre un incidente controlado y un evento de alto impacto.

“El 103 está para asistir, pero la prevención empieza mucho antes de la emergencia”, explica Gonzalo Ratner, director de la Dirección de Gestión de Riesgos y Protección Civil, porque "cuando una vecina o un vecino reconoce a tiempo una situación riesgosa y actúa con cuidado, muchas veces evita que se convierta en un problema mayor”.

Uno de los reclamos más frecuentes es el de cables o columnas con riesgo. Antes de llamar, los especialistas recomiendan identificar señales claras: chispazos, cables caídos a baja altura, postes visiblemente inclinados o estructuras afectadas tras tormentas. En ningún caso hay que intentar moverlos o tocarlos. Sobre este punto, Emanuel Cámpora, verificador operativo del área, destaca: "A veces encontramos que alguien quiso acomodar un cable o mover una rama tocando la línea. Eso es peligrosísimo. Lo mejor que puede hacer el vecino es mantener distancia, avisar y esperar al personal técnico”.

La misma lógica se aplica a árboles y ramas con riesgo, especialmente en temporadas o jornadas de vientos intensos. Golpes secos, inclinación anormal, raíces expuestas o ramas que rozan cables son señales de alerta claras. Evitar pasar o estacionar debajo de esas ramas reduce el riesgo mientras los equipos intervienen.

En tiempos de lluvias intensas, los anegamientos transitorios también ocupan un lugar destacado entre los llamados. Antes de reportarlo, es útil verificar si se trata de un taponamiento superficial por hojas o residuos que pueda resolverse sin ingresar a zonas peligrosas. Si el agua sube rápido, ingresa a viviendas o arrastra objetos, lo fundamental es alejarse y pedir asistencia.

Las situaciones más delicadas -fugas de gas e incendios- exigen acciones inmediatas de autoprotección: evacuar, ventilar ambientes, no accionar interruptores y no intentar maniobras improvisadas. “En estos casos, la intervención ciudadana debe ser mínima y segura. La prioridad siempre es la vida”, remarca Ratner.

Las tormentas severas constituyen otro capítulo. La combinación de viento, lluvia intensa y caída de ramas multiplica las emergencias. Antes de un temporal se debe asegurar objetos sueltos, limpiar canaletas y permanecer bajo resguardo, medidas simples que reducen riesgos y evitan intervenciones de emergencia.

La experiencia de los equipos muestra que en numerosos casos la prevención ejercida por los propios vecinos evitó daños mayores. “Hay reclamos que se resolvieron rápido porque la gente aportó datos precisos: la esquina exacta, el tipo de riesgo, fotos. Eso agiliza todo”, describe Cámpora.

Además del trabajo operativo, la Dirección cumple un rol clave en la formación de la ciudadanía. En su sede se dictan cursos y capacitaciones sobre evacuación de edificios, riesgo eléctrico, uso de matafuegos, preparación ante tormentas y protocolos de autoprotección, entre otros contenidos.

Ratner destaca: “La capacitación es una herramienta fundamental. Cuando la comunidad está formada, los riesgos bajan y las emergencias se gestionan mejor”.

Para más información sobre los cursos, inscripciones y agenda de actividades, se invita a comunicarse con el Área de Capacitación de la Dirección.

El 103 funciona las 24 horas, los 365 días del año, mientras la primera línea de defensa es el vecino atento, la prevención en casa y la responsabilidad comunitaria. Saber qué hacer -y qué no hacer- antes del llamado es una herramienta esencial para cuidar la vida, la infraestructura y la convivencia urbana.